LAS DOS INUNDACIONES
En una noche de contrastes en Jalisco, el gobernador Pablo Lemus Navarro se encontró en el epicentro de dos realidades dispares: el glamour del cine nacional y la cruda emergencia de las inundaciones. Atestiguando la entrega de los Premios Ariel, un evento de gala orquestado por Michelle Fridman, el gobernador celebraba lo mejor del talento cinematográfico mexicano, rodeado de estrellas y reflectores.
Mientras la élite del cine se congregaba, ajena a la inminente crisis, los vecinos de Las Mojoneras se preparaban para enfrentar la furia de las aguas. La ironía no pasó desapercibida: una noche antes de que las primeras inundaciones azotaran la zona, Lemus Navarro se disponía a honrar el arte y la creatividad en el escenario nacional.
PRIMERO 52 Y LUEGO 1200
El desastre natural golpeó con fuerza, dejando un saldo de 52 viviendas con daños significativos. El agua que ya supero las 1,200 casas afectadas alcanzó niveles alarmantes, superando el metro y medio en el exterior y adentrándose hasta un metro en el interior de los hogares. Ante la devastación, el gobernador prometió apoyos económicos para las familias afectadas, mientras el municipio instalaba un Comité de Emergencias para evaluar los daños y solicitar recursos al Fondo Estatal de Desastres Naturales (FOEDEN).
NO SE LA VAN ACABAR
Sin embargo, la ayuda gubernamental, aunque bien intencionada, se reveló insuficiente ante la persistencia del problema. Refrigeradores, estufas y colchones, entregados apenas tres semanas antes, fueron nuevamente víctimas de las inundaciones. La recurrencia del desastre plantea una pregunta apremiante: ¿de qué sirven los apoyos si las causas subyacentes no se abordan?
Los residentes de Las Mojoneras, Parque Las Palmas, La Floresta y Portales viven con la constante amenaza de las inundaciones. La llegada del gobernador al día siguiente se vislumbra como una oportunidad para exigir soluciones concretas. Más allá de los apoyos paliativos, la comunidad clama por medidas que mitiguen el riesgo y prevengan futuros desastres.
EL ESTERO “EL SALADO”
La clave reside en eliminar los «taponamientos» que obstruyen el flujo natural del agua. El Centro de Convenciones de Puerto Vallarta, por ejemplo, se señala como un factor que ha exacerbado el problema, al convertirse en un polo de atracción para edificaciones que dificultan el drenaje adecuado.
La expansión urbana alrededor del estero «El Salado» también ha tenido consecuencias negativas. La construcción de inmuebles ha interrumpido el curso de las aguas, afectando un ecosistema valioso que antes albergaba manglares y diversas especies de flora y fauna, incluyendo los cocodrilos que hoy generan temor en la población.
LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA
La solución está en manos de las autoridades: ¿continuarán otorgando permisos de construcción sin considerar el impacto ambiental, o priorizarán la implementación de medidas que protejan a la comunidad de las inundaciones? La respuesta a esta pregunta definirá el futuro de Puerto Vallarta y su capacidad para equilibrar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental.
