
En el pintoresco escenario político de Puerto Vallarta, donde el sol broncea las pieles y los chismecitos políticos se cuecen a fuego lento, ya se empieza a sentir el reptar de las víboras. Y no, no hablo de las que se asolean en la Sierra Madre Occidental, sino de esas otras, las de dos patas, que se preparan para la gran danza electoral. Aunque aún falta un buen trecho para que el circo electoral despliegue todas sus carpas, los nombres de los posibles candidatos ya empiezan a deslizarse como serpientes en el pasto, ¡y vaya que prometen un espectáculo digno de telenovela!
LA DISPUTA ENTRE EL PRI Y EL PAN
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que el PRI y el PAN eran como los dos gallos más bravos del corral. Se repartían el pastel con una elegancia que ya quisieran los bailarines de flamenco. Uno por aquí, otro por allá, Puerto Vallarta parecía un partido de tenis donde la pelota, o sea, el poder, iba de un lado a otro entre el blanquiazul y el tricolor. Parecía que la alternancia era su juego favorito, y el pueblo, resignado, se acostumbraba a ver los mismos colores, solo que en diferente orden.
HASTA QUE LLEGÓ EL NARANJA
Pero, ¡ay, amigos! La vida es una caja de sorpresas, y en esta novela política, la sorpresa llegó con un color naranja chillón. El Movimiento Ciudadano, cual víbora que muda de piel, se desprendió del PAN y armó un revuelo que ni el huracán Kenna. ¡Aquí sí que la puerca parió, y no solo una, sino varias crías políticas que vinieron a cambiar el panorama! Se armó un zafarrancho que ni en la arena de lucha libre. Primero, le andaban coqueteando al priísta Andrés González Palomera, con serenatas y todo, para que se pasara al bando naranja. Pero al final, la corona se la llevó «El Mochilas», Ramón Guerrero Martínez, que venía de un pleito de lavadero con el contador Humberto Muñoz Vargas. ¡Imagínense el chismorreo en los cafés de la Zona Romántica!
LO PROBARON…
Y así fue como, hartos de la misma sopa de siempre, los vallartenses decidieron darle una probadita al color naranja. No es que prometieran la luna y las estrellas, sino que la gente ya quería ver si otro color sabía diferente. Y sí, llegaron los tres años naranjas, con Ramón y luego con el ingeniero Arturo Dávalos Peña, que hasta le gustó tanto el asiento que repitió. ¡Como cuando te gusta un platillo y pides doble ración!
Y DE PRONTO UN DÍA DE SUERTE
Pero la política, mis queridos lectores, es como una telenovela sin fin. Cuando pensábamos que ya habíamos visto todo, apareció MORENA, cual nueva especie de víbora, más grande y con un veneno diferente. Y como buenos reptiles que buscan el sol que más calienta, muchos líderes del PRI y del PAN, que ya veían que en su casa no les tocaba ni una migaja, se cambiaron de bando más rápido que un camaleón. ¡A la sombra de Andrés Manuel, todos querían su pedazo de pastel! Aquí en Vallarta, la cosa no fue diferente. Laurel Carrillo Ventura, que ya andaba en el ruedo, y el ingeniero Juan Ramón Mora Ornelas, el pionero de MORENA en estas tierras, intentaron su suerte. La política es un juego de sillas, y el que no se sienta a tiempo, se queda de pie.
ZOOLÓGICO ELECTORAL
Y así, entre mordidas y resbalones, entre cambios de piel y nuevos nidos, la política vallartense sigue su curso. Los nombres ya empiezan a sonar, las alianzas se tejen en la oscuridad, y las víboras, esas astutas criaturas, ya están listas para su próximo movimiento. ¡Pero eso, mis queridos chismosos y amantes del mitote, es historia para otro día! Por lo pronto, aquí le paro, que el veneno ya se me está subiendo a la cabeza de tanto pensar en estas «víboras» políticas. ¡Hasta la próxima entrega de este zoológico electoral!