La indignación estalló en México, desde Puerto Vallarta hasta cada rincón del país, con las marchas de la «Generación Z» tras el asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan. Este clamor no es solo juvenil, sino el eco de una sociedad exhausta, asfixiada por la violencia que se extiende implacable.
EL MÉXICO QUE YA NO ES
Atrás quedó el México de riqueza cultural y belleza natural, ahora sumido en una profunda crisis. Los asesinatos de figuras políticas y productores esenciales, como los de limón y aguacate, se diluyen en la indiferencia de Palacio Nacional. La muerte se ha infiltrado hasta en las celebraciones familiares, como la fiesta de quince años marcada por la siniestra presencia de un dron, símbolo de la invasión de la violencia en la vida cotidiana.
EL NUEVO JEFE
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) sembró el terror en Michoacán, incendiando vehículos y bloqueando carreteras en respuesta a operativos contra sus líderes, poco después de que José Antonio Cruz Medina asumiera la Secretaría de Seguridad Pública. Los informes del C5-i revelaron una violenta reacción con camiones incendiados en múltiples carreteras, paralizando la región.
LA RESPUESTA
Estos actos de terrorismo fueron la respuesta a una reunión entre Omar García Harfuch y autoridades estatales y federales para coordinar una ofensiva contra los cárteles. El CJNG demostró su brutalidad extrema al usar a un niño sicario para asesinar al alcalde de Uruapan. En medio de este caos, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) respondió abatiendo a presuntos delincuentes durante operativos.
PERSISTE LA VIOLENCIA
A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la violencia persiste. Aunque se han reabierto carreteras bloqueadas, el trabajo continúa para despejar las vías. La SSP, bajo el liderazgo de José Antonio Cruz Medina, se esfuerza por restablecer el orden, utilizando la tecnología del C5 para identificar a los responsables.
ESTABILIDAD SOCIAL
México se encuentra en una encrucijada crítica, con la violencia amenazando su estabilidad social y económica. Es imperativo que el gobierno federal, junto con las autoridades estatales y municipales, implemente estrategias efectivas para combatir la delincuencia y restaurar la paz en la nación. De no hacerlo, México se enfrenta al riesgo de convertirse en un estado fallido, donde la ley y el orden son solo una ilusión.
